viernes, 21 de octubre de 2011

Sultanas de Coco

Ya sabéis todos mi pasión por los postres, por todo lo dulce y por el chocolate. ¡¡Me pierden¡¡.

Mis hijos han salido a mí, y les apasiona todo lo dulce, como a su madre. Sin embargo, tengo una hermana que no le gustan nada los pasteles, las tartas.... y a mi padre tampoco. ¡¡yo no lo entiendo¡¡.

a mi padre sólo le gusta el bizcocho casero, y los tocinos de cielo, ¡¡y yo me digo¡¡ ¿habrá algo más dulce que un tocino de cielo?.....

En mi casa aún no hemos entendido esa incongruencia, pero es así, os lo aseguro.

Bueno, a lo que iba, a mi hermana que no le gusta el dulce, sí que le gustan las sultanas de coco, y a ella le gusta mucho la cocina también, así que me pidió el otro día la receta. Como he estado pelín chunga con la fibromialgia éstos días atrás, no tenía ni ganas de colgarla en el blog.

Hoy le voy a poner las fotos y la receta para que se entretenga éste fin de semana, que dicen que va a cambiar el tiempo, que igual llueve, y me imagino que lloviendo no va a salir de casa.


Las sultanas de coco tienen un sabor y un aroma,  que recuerda a la niñez. ¿quién no ha comido sultanas de coco cuando era chico?...,  yo creo que todo el mundo la ha probado, la verdad...

También cuando las como me acuerdo de la playa. ¡¡sí, de la playa¡¡.
Y ustedes diréis ¿y por qué?...
Pues es bien sencillo, porque cuando nos íbamos con mis amigos a la playa de conil de la frontera, siempre pasaba por las tardes un abuelito con un cesto de mimbre por la arena,  vendiendo las sultanas.
¿habrá algo más empalagoso que comerse una sultana con to el calor después de todo un día de playa?... Pues sí, pero nos la comíamos y nos sabía a gloria.



Ingredientes:



  • cuatro claras de huevo
  • 175 grs. de azúcar
  • 175 grs. de coco
  • 50 grs. de harina de trigo. (si tenéis maicena, mejor)
  • una cucharadita de levadura en polvo royal



Se separan las yemas de los huevos, y usamos sólo las claras. 


Montamos éstas, a punto de nieve.

Cuando estén montadas pero firmes, vamos añadiendo poco a poco el azúcar, y seguimos batiendo mientras que se van uniendo las dos.





¡¡que bonito, verdad¡¡...

Bueno, pues cuando ya está dulce tenéis que añadirle el coco poco a poco también, de  igual forma que el azúcar, y posteriormente, una vez que está todo bien mezclado, añadimos la maicena, que habremos tamizado con anterioridad con la cucharada de levadura royal.

Con una cuchara grande la vais poniendo en la bandeja del horno, a la que yo le pongo papel de alumino para que no se me queden pegadas a la bandeja. Podéis,  si queréis, untarla con mantequilla un poco con una brocha de silicona. Eso ya lo dejo a vuestra elección.



Dejáis un poco de espacio entre un montoncito y otro para que no se unan, porque suelen subir un poco,



Ponemos la bandeja en el horno, que ya lo tenemos precalentado a unos 175 grados, (también depende del horno, siempre lo digo, porque el mío es que es muy fuerte, y si no se me queman), pero vosotros conocéis cada uno el vuestro, y si lo necesitáis, pues lo precalentais a 180 ó 190 grados.

Los dejamos unos 20 minutos, y no lo habrímos el horno en los primeros 15 para que no se bajen. a partir de ahí vamos mirando no se nos vayan a quemar.


Las dejamos enfriar, y separamos de la bandeja con una paleta de silicona.


Cuando tengan éste color doradito y la casa se haya impregnado de ese aroma a coco tan delicioso, tendremos que aguantarnos una mano con la otra para no comerlas calientes y quemarnos el paladar, a no ser que tengamos el paladar de amianto, como un amigo mío, que se coma lo que se coma, nunca se quema, y claro, siempre come más ...... jajajajja. (ya os hablaré otro día de mi amigo, eso es pa conocerlo, jajajajja).

Luego las podemos guardar en una caja metálica para que se conserven mejor. 



¡¡¡ y las tendremos listas para cuando llegue algún amigo a merendar a casa, o para que me invitéis a mí, que también puede ser, jejjejeje¡¡¡¡

¡¡¡que os aproveche¡¡¡¡¡


Yo las guardé en ésta caja tan bonita de galletas que me traje de estocolmo, y que estaban deliciosas, Eran de clavo y canela, y algún día intentaré hacerlas, y os dejaré la receta.

Lentejas con Chorizo

Ésta semana he cocinado lentejas.

Se supone que es otoño, que ya nos tiene que apetecer algún plato más calentito y que nos dé energía, pero claro, sólo se supone, porque con éste calor que hace lo único que se apetece en realidad es un gazpacho, aunque sea en octubre.

Aquí en Cádiz, todavía hay gente en la playa,  apurando los días buenos y las temperaturas tan altas que tenemos en una estación donde se deberían de empezar a caer las hojas y el pelo. Pero, es que yo ya no sé que hacer de comer, y las lentejas son un plato que en mi casa gusta a todos, (sí, a mis hijos también les encantan, aunque pueda parecer extraño).

Las lentejas tienen un alto valor nutritivo, y si las acompañas con algún hidrato, se absorbe mejor el hierro que contienen. (le podemos añadir arroz, patatas, o babetas). (bueno para los que no sepan que son las babetas, deciros que es una pasta corta y plana, y que en el paquete se denominan cintas, pero es que en Cádiz le cambiamos el nombre a todo, jejejje).


A mí me gusta escoger unas legumbres de calidad. Cuestan un poco más, aunque no mucho, y el sabor cambia totalmente. En el grueso de todo el plato, no se nota un euro más o menos, y en calidad vamos a ganar muuuucho. Yo las que compro, son las que llamo: "del saquito". Vienen en un saquito de tela, y son unas lentejas que salen muy tiernas, y a las que no se les va la piel (que si se separa la piel de la legumbre, a mí me da un asquito.....que no te veas).


En concreto, me gustan las lentejas de la Armuña. Me dan garantía.


En cuanto a la verdura, yo la uso todo doble, ya os explico luego porqué.

Ahora en ésta época tenemos muy buenas zanahorias, pimientos, tomates...., y unos pimientos rojos muy carnosos que le vienen  muy bien a éstas legumbres.


Ni que decir tiene que tenemos que utilizar un buen aceite de oliva, y si es oliva virgen, mejor que mejor.
Tenemos que potenciar los productos que nos ofrece la cocina mediterránea, y qué mejor que usar un buen aceite, nuestro verdadero oro líquido.


He usado un pimentón de la vera, (son excelentes), que me traje el otro día de Mérida, cuando paramos a tomar algo camino de Madrid.

Ingredientes:


  • 1/2 kilo de lentejas de la Armuña,  a ser posible. (no necesitan remojo previo)
  • tomate rojo
  • pimiento verde
  • cebolla
  • cabeza de ajo
  • pimiento rojo
  • patatas
  • zanahorias
  • chorizo (a mí me gusta el de jabugo)
  • Aceite de oliva
  • sal
  • pimentón dulce


Primero hago un sofrito con la cebolla, pimiento verde, tomate y medio pimiento rojo. Añado un poco de agua al sofrito y lo paso por la batidora, (al que tiene niños pequeños que no les gusta la verdura, les viene muy bien porque así no la ven). 

Añado las lentejas, zanahorias, chorizo y las  patatas cortadas terminando de cortarlas con las manos, para que ligue más la salsa.  Luego le añado (y por eso os decía que la verdura la hecho doble), un tomate entero, una cebolla mediana, y una cabeza de ajos entera. (es que a mi hija le gusta comerla entera, y  a mi hijo no, entonces la primera la bato, para que él no la vea, y la segunda se la come mi hija) . Si le echamos una punta de jamón, entonces añadimos la sal un poco antes de terminar, para comprobar que no sala demasiado. Le ponemos una cucharada sopera rasa de pimentón. El aceite depende del que le hayamos echado para  hacer el sofrito. si le pusimos lo suficiente, no hace falta añadirle más. Si le pusisteis poco, añadirle un chorreón de aceite, porque si no tienen aceite las lentejas parece que están "lavadas", como decía mi madre, y eso no sabe a nada.  A mí me gusta ponerle también dos clavos de olor. Le da un puntito..., no sé....,  que a mí me gusta mucho.


Añadimos agua, y lo dejamos cocer a fuego no muy alto. Debemos ir mirándolas cada cierto tiempo, ya que las lentejas aumentan el tamaño y absorben mucha agua, y si no vamos añadiendo más líquido, nos podemos encontrar con unas lentejas pegadas al fondo de la olla.

La cazuela a mí me gusta que sea más ancha que alta. Se hacen mejor.

Se hacen solas, sólo hay que vigilar el agua de vez en cuando, y no conviene poner el fuego muy alto, para evitar que se les separe la piel. Al cabo de unas dos horas de fuego lento, tendremos unas lentejas para chuparnos los dedos, y para nada caldosas, que en mi casa por lo menos, no nos gustan esas lentejas que parece que flotan en el caldo, como las que les ponen a los niños en los comedores escolares.


ésta vez no les puse las babetas a las mías, con lo cual no tengo fotos, pero otro día os enseñaré cómo son, y si queréis las probáis.




Bueno, aquí os las dejo, para que las disfrutéis, y que me dejeis algún comentario a ver que os han parecido. 

Las fotos intentaré que no me salgan desenfocadas. Tengo aún que cojerle el truquillo a la máquina.

Besitos.